lunes, 30 de mayo de 2016

Alguna vez lo amé y lo amé demasiado.



Sé que escribo mucho acerca del amor, aunque es un poco raro, porque justo en este momento no estoy enamorada, al menos no de esa forma romántica en la que te idealizas con alguien más; sin embargo es obvio que a lo largo de mi vida me he enamorado un par de veces, tal vez más; he derramado algunas lágrimas, como a todos me han decepcionado, y también he fallado, pero a final de cuentas puedo presumir que he  conocido la sensación de amar.

Aún tengo en la mente el recuerdo de ese primer amor, me enamoré como todos nos enamoramos; creyendo que la historia de ese amor no tendría final, experimente a su lado un montón de sensaciones nuevas; celos, enojos,  muchísimas sonrisas, momentos que nunca se me van a olvidar, los dos tan jóvenes, tan libres, tan inocentes, inconscientes de que no todas las historias tienen un final feliz.
A su lado conocí, la dicha de querer y la magia de soñar con un futuro juntos,  hablar sin tapujos, como un par de locos que confiaban en la suerte de habernos conocido, de confiar en el sueño infinito que nos mantendría unidos hasta el final.
Pero un día por azares de destino rompimos las promesas, un detalle tonto, una pelea nos separó, nuestras diferencias fueron más grandes que nuestras promesas, nos alejamos  y aunque nos extrañamos, no nos acercamos más.
Como en tantas relaciones el orgullo pudo más, deje que mi orgullo matara nuestro amor, Él me busco por muchos meses y luego se cansó. Si hoy la historia se repitiera, no actuaria igual, si hoy lo tuviera enfrente le pediría perdón por mi inmadurez, por romper su corazón, por dejarlo marchar.
Creo que como la mía, hay por ahí tantas historias más,  por inmadurez, por desidia, por simple destino o por tantas otras razones más, dejamos escapar a un chico excepcional, pero al paso del tiempo, podemos notar que hay amores que se quedan gravados en la piel.
Tal vez con un poco de suerte, este escrito pueda llegar a él, si esto ocurre el podrá entender que marco en mi vida un antes y un después. No escribiré su nombre, ni tampoco detalles de nuestra historia, pero sin  duda hay noches cuando me siento sola en que su recuerdo llega a mi mente.
Es verdad, ha  pasado demasiado tiempo, ya no lo amo.
Pero sin dudarlo ni un segundo, alguna vez lo amé y lo amé demasiado.


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